martes, 11 de setiembre de 2007

Crónica sobre Arequipa, la "Ciudad Blanca" del Perú

Arequipa, la Ciudad Blanca del Perú


El lunes 27 de agosto pasado viajé a Arequipa para dictar un curso en el Hotel Sonesta Posada del Inca. Sin embargo, este no es un recuento del curso donde conocí a 24 lindas participantes, a cual más cariñosa y agradable, sino pretende ser una crónica sobre este departamento del Perú.

Como era mi primera vez en esta ciudad, no podía perder la oportunidad de conocerla y a pesar de mi escaso tiempo, tuve la estupenda idea de tomar un buen city-tour gracias al cual hoy puedo ofrecerles algunas luces sobre esta hermosa ciudad peruana, donde nació mi hermana Elsi.

El departamento de Arequipa queda a mil kilómetros al sur de Lima, después de Ica. Tiene ocho provincias, tres de ellas bañadas por el Océano Pacífico: Caravelí, Camaná e Islay. Las otras cinco provincias, La Unión, Condesuyos, Castilla, Caylloma y Arequipa-capital están situadas en la Sierra peruana, rodeadas por la Cordillera de los Andes. Es la segunda ciudad más importante del Perú y tiene, aproximadamente, un millón de habitantes. El clima es de lo más agradable la mayor parte del año, cálido y seco, con mucho sol y un envidiable cielo azul. La época de lluvia es de enero a marzo. En la noche baja la temperatura pero cuando te abrigas bien es suficiente, al menos para mí. Arequipa-capital queda a 2230 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, la altura no se siente, por lo menos yo no la sentí en ningún momento. No necesité mate de coca ni pastillas contra el soroche (mal de altura) aun cuando iba con un botiquín bien provisto de todos los medicamentos que pudieran ser necesarios, para evitarlo.

El vuelo de Lima a Arequipa dura una hora y media. Llegué cansada, a las seis de la mañana y dispuesta a dormir. Mi curso empezaba a las tres de la tarde hasta las nueve de la noche y no podía darme el lujo de sentirme mal ni por un momento, así que dormí apenas llegué al hotel, tan solo a quince minutos de haber salido del pequeño aeropuerto arequipeño, lo que es una verdadera maravilla en tiempos como los que vivimos, donde todos te apuran, te revisan hasta el pelo y finalmente, el estrés te rebasa cuando no has empezado la primera jornada. No hay forma de que esto les ocurra allí.

La famosa "Ciudad Blanca" es llamada así por sus construcciones en sillar blanco, piedra noble que da una bella imagen a toda la ciudad. Traía conmigo algunos prejuicios por el supuesto carácter vanidoso y displicente de los arequipeños. Nada más lejano de la realidad. Es común que en Lima comentemos que ellos quieren 'seriamente' que los demás peruanos saquemos pasaporte para entrar a su ciudad. Esas son bromas que también forman parte de este relato.


Una de las calles de Arequipa


Lo que ocurre es que los arequipeños están muy orgullosos de su ciudad, que ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. La cuidan con esmero, se preocupan de mantenerla impecable y ordenada. Las construcciones mantienen las líneas arquitectónicas de la época colonial. Tienen un nacionalismo bien entendido, y con razón, además. La mayoría de lugares son muy seguros, así como los taxis que, además, son muy baratos. No existe el tráfico tremendo de Lima y todas las calles tienen semáforos que los conductores acatan, como debe ser. Además de ello, cada taxista es un excelente guía turístico y con el mayor desinterés les informará sobre los sitios lindos que deben visitar y sus platos típicos como el chupe de camarones, el rocoto relleno, el adobo y demás manjares deliciosos que forman parte de la exquisita comida arequipeña. No pude probar casi nada por obvias razones de trabajo, salvo los famosos camarones que son mi debilidad. ¡Qué maravilla!

No encontré ni una sola persona que no me sonría o salude. Los arequipeños son amables y saben hacer marketing con su temperamento. Son muy ingeniosos con ese supuesto 'nacionalismo' del que hacen gala y siempre están alegres. Claro que si eres de algún lugar del Perú, de todos modos te preguntarán si ya te sellaron el pasaporte, de una manera divertida y para nada ofensiva; es una de sus costumbres. En el aeropuerto venden souvenirs que son pasaportes arequipeños y billetes de "100 characatos de oro", lo que es muy gracioso, como pueden ver.



Un simpatiquísimo y risueño taxista me contó la historia del policía de tránsito, Eloy Vera, quien fue nombrado "el Policía Amigo del Año" nombramiento del Alcalde de Arequipa que contó con la votación unánime de los arequipeños de la capital. Resulta que Eloy Vera es un señor muy amable que siempre saluda a todos los transeúntes que pasan a su lado; ayuda a las personas mayores y a los niños a cruzar las calles, si alguien comete por primera vez alguna infracción no le pone multa pero en cambio le dará una lección paternal de urbanidad y buenas costumbres. Sin embargo, si el cristiano vuelve a reincidir, le pondrá la multa con toda seguridad porque él recuerda con precisión las caras y los nombres de toda su gente. Este señor es todo un personaje y los arequipeños citadinos lo estiman mucho. El taxista se tomó el trabajo de dar la vuelta a la Plaza de Armas para enseñarme quién era ese señor tan famoso al que todos quieren.



Clásicos solares arequipeños


Y bueno pues, como les decía, tomé el city-tour en el "Bus Tour" que se ubica en la puerta del Hotel Sonesta de la Plaza de Armas. Subí al segundo piso, al aire libre, para no perderme ningún detalle. Fue una excelente manera de utilizar el tiempo que me quedaba antes de las tres de la tarde, hora de inicio del curso. Es un periplo de cuatro horas que pasó volando.


A los arequipeños les dicen "characatos". No llegué a comprender bien a la guía cuando nos explicó por qué razón les dicen así. Lo que sí puedo decirles es que la palabra "Arequipa" proviene de vocablos quechuas: 'ari' y 'qui pay' que significa: "Sí, aquí quedaos". La leyenda cuenta que el cuarto Inca Mayta Cápac viajaba con su séquito y de pronto se vio atraído por esta linda ciudad y cuando sus militares le preguntaron si podían permanecer ahí, el Inca respondió: "ari qui pay".


En el Bus-Tour, lista para partir


Arequipa está rodeada de volcanes que -felizmente- no están en actividad: el Misti (el caballero), el Chachani (el más querido), el Picchu Picchu (el superior) y el volcán nevado de Ampato, donde fue descubierta la "momia Juanita". Este último se ve muy a lo lejos, al lado izquierdo del Chachani. Desde los Miradores del Carmen, Yanahuara y Sachaca se puede apreciar la maravillosa vista hasta en 360° de toda la ciudad, con sus andenes verdes y floridos y sus parcelas cultivadas.


Vista del Volcán Misti, desde Sabandía


Vista desde el Mirador del Carmen

Arequipa tiene muchas iglesias, a cual más linda y cuidada, gracias a los buenos oficios del Arzobispo y Benefactor de la ciudad, José Sebastián Goyeneche y Barreda (Arequipa, 1784-1872). Su legado se aprecia hasta ahora. Los lugares turísticos más importantes de la ciudad son la Catedral, las iglesias de la Compañía, de la Recoleta, de Yanahuara, del Carmen, el Monasterio de Santa Catalina, el Molino de Sabandía, Paucarpata ("andén florido" en quechua), la Mansión Goyeneche, la Mansión del Fundador Garcí Manuel de Carbajal (algunos escriben Carvajal, con "v"), teniente español nacido en Extremadura, Placencia, quien fundó la ciudad de Arequipa el 15 de agosto de 1540. Allí vivió hasta su destitución por Carlos V, el Rey de España de aquella época.

Iglesia de la Compañía, en la Plaza de Armas

Lienzo del Arzobispo Goyeneche (Mansión del Fundador)

Portales del Mirador de Yanahuara

Los portales que rodean la Plaza de Armas son construcciones nobles en sillar blanco y rosa. La pileta central de tres platos también es llamada "Tuturutu", pues con ese sonido el Obispo Juan Cavero de Toledo estrenó su obsequio, el 20 de octubre de 1735. Otra visita obligada es la del cañón del Colca con el clásico vuelo matinal del cóndor.

En fin, existen muchos otros lugares que aún no he visitado, y por ello me quedé con las ganas de volver para terminar de conocer la ciudad y su famosa comida que en esta oportunidad no pude probar como hubiera deseado por lo corto del viaje y el motivo no turístico que me llevó a Arequipa.

Si esta crónica l@s llevó de paseo imaginario por uno de los lugares más bonitos del Perú, puedo sentirme satisfecha.

Vista de La Catedral, al atardecer


Sol O'Connor
Lima, 29 de agosto de 2007