sábado, 24 de noviembre de 2007

CONCIERTO DE SERRAT Y SABINA EN LIMA: DOS PÁJAROS DE UN TIRO


Serrat me levantó la valla

Concierto: “Dos pájaros de un tiro”
Serrat y Sabina en Lima
Miércoles, 21 de noviembre de 2007

Con toda la emoción a cuestas, llegó por fin el gran día del concierto tan largamente esperado desde que en enero me enteré de que Lima figuraba en la gira, y saqué la entrada que tenía bien guardada en la Biblia hace más de dos meses. Algunos lo llamarán herejía. Yo, simplemente, lo llamo “seguridad”.

Mi hija me esperaba ya en el Jockey Club, sentada y expectante, porque si bien a ella le encanta Sabina, a Serrat nunca lo había visto, salvo en videos que la madre le ha mostrado hasta el cansancio y por algunas canciones que ella ha hecho suyas como la “Princesa” del Nano. Para lograr que le compre una entrada me manipuló muy fácilmente con un: “Mamá, yo sé que quieres que conozca más a Serrat, ¿verdad? Entonces… ¡Llévame a ver a Sabina!



Y bueno pues, Serrat ya estaba en Lima, después de tres años de esperarlo cual Penélope, luego de que el año pasado me dejara “con los ojos llenitos de ayer... sentada en la estación” ya que al final de cuentas, eliminó Lima de su gira "Serrat 100%", esencial para todo aquel que se precie de ser serratiano. Por aquel entonces mi bronca fue total e inicié los trámites de “divorcio” de mi fidelidad al Nano, que obviamente no llegaron a término, por razones que no hace falta explicar. El miércoles fue mi gran día, y vaya que me lo merecía con creces.


El castellano es muy rico pero he demorado horas en plasmar todo esto porque aunque no lo crean, me faltaban expresiones y demás yerbas lingüísticas para transmitir el sentimiento. Si me dicen: Marisol, ¡qué exagerada!, yo contestaré que cuando el amor es puro -como diría Felipe Pinglo- siempre me seguirán faltando palabras cuando tenga que hablar sobre el Nano.

No me he perdido un solo concierto de Serrat en Lima desde el año 1971, y a pesar de mis precoces 10 años, lo mío fue amor a primera vista. En aquel entonces lo vi guapísimo, sonriente y distante, con una camisa blanca y jeans, cantando, entre otras, “Poco antes de que den las 10”, “Mediterráneo” y “Las moscas” de Machado. Él fue mi primer amor platónico. Por tanto, es justo y necesario que explique el porqué del título de esta crónica.

Serrat me levantó la valla de la expectativa, porque dejó de ser ese Serrat poético, clásico y distante al que ya me tenía acostumbrada. En esta ocasión fue “sabinizado” por Joaquinito, y lo digo con alegría porque para mi gusto, ésta ha sido una feliz metamorfosis. Y es que en su nueva faceta, Serrat no fue el mismo que yo esperé. ¡La maravilla! Me encantó su cambio de personalidad. Por una vez lo he visto más humano, más tangible, más real.



En cuanto a Sabina, ya se sabe que es “caserito” en Lima. Se pasea como Pedro por su casa entre nosotros, conoce a todo el mundo y se deja conocer con la mayor sencillez y un carisma indiscutible. Además, Jimena es su ‘Rosa de Lima’ que lo ha “alimeñado” con muy buena escuela y es fantástico verlo mimetizarse tan fácilmente con nuestros dichos y que sea uno más entre la gente.



Muchos peruanos no solo cantamos las letras de Sabina, sino también aceptamos de buen grado sus ironías, su sarcasmo, su claridad expresiva. Y cuando hace el intento de explicar cómo es la idiosincrasia limeña, reímos, porque pareciera que nos saca en cara esa endógena y permanente actitud conservadora que no tenemos la menor intención de cambiar. Y ojo que no estoy hablando de política.



Ahora, luego de los "previos", voy al grano: los detalles del concierto en Lima.

Vuelvo con este nuevo Serrat, de impresionante plasticidad, que bromeaba con nosotros mientras Sabina reía cuando le decía: “Ta', qué misio” (popular jerga juvenil limeña que alude, en tono quejoso, a una escasez fulminante de algo) La traducción en este caso era: “qué pobre tu chiste”. Fue desopilante escuchar al Nano repitiendo la palabrita de marras: “misio”, aunque en ocasiones no viniera al caso. Anda, hombre, “que ni tú eres Bryce, ni yo, Chabuca” acota el flaco, riendo.



Jamás imaginé que oiría a Serrat diciendo que lo mejor que tiene el Perú son “las mujeres limeñas”. Ni en el más hermoso de mis sueños hubiera pensado que, como si nos conociera realmente, él formaría parte de un contrapunto local de décimas y versos con Sabina, y muchísimo menos, que lo escucharía gritar nuestro peruanísimo: “Y que viva el Perú, Carajo”.

Me atrevo a decir que la impresión no solo fue mía sino de toda mi generación, al oír estas palabras en la boca del nuevo Serrat.

Me di cuenta de que cada concierto es personalizado, ya que en éste, los pájaros se encargaron de tocar las fibras más sensibles de nuestras querencias, en versos solo comprensibles por los peruanos, por su connotación.

¿Será Sabina el que le sopló en el examen? Por lo menos yo no quiero saberlo, así que muchas gracias, pero no es necesario que me “desduden” y me quiten la ilusión.


En cuanto a la parte técnica y a la puesta en escena, creo que éste ha sido el concierto más elaborado, cuidado, espectacular y costoso que el Nano nos ha ofrecido. Siempre había sido austero, al menos esa era mi opinión porque para bien o para mal, siempre me fijo en el mínimo detalle hasta el hartazgo. De Sabina nada sorprende ya que siempre nos lo ha dado todo. Una sentencia clarísima del Nano al respecto fue: “Me alegra mucho que quieran y aplaudan tanto al muchacho… él se lleva los aplausos y yo, el dinero”.

Y sí, pues. Valieron, uno a uno, todos los soles pagados por verlo y más aún, si el resultado que me concierne fue que mi hija me diga: “Oye mami, qué ‘churro’ era Serrat y canta igualito que en tus discos” y luego, que a la salida acote: “me sorprende que haya logrado romper la brecha generacional de quienes vinimos con Sabina en la mente y salimos con Serrat en el corazón” (sic). Así se expresa mi casi abogada cuando quiere ser solemne, de modo tal que comprendan a la madre. Y un babero, por favor. Denisse es una maniática de la música. En eso la nena salió a mí. Detesta la voz natural de los artistas en vivo, cuando no corresponden a la voz perfecta de estudio. Bendita música y bendita manía, digo yo. Con este concierto creo que he cumplido la única misión musical que me faltaba: que a mi hija le guste Serrat.


Y ahora, las canciones.

El espectáculo comenzó con la "alarmante" noticia proyectada en un par de pantallas gigantes de altísima resolución, de un periodista y un reportero, ambos españoles, que nos informaban, muy serios y preocupados, que estaban buscando a los pájaros pues habían desaparecido y se estaba haciendo todo lo posible por encontrarlos. Fue la primera parte divertida de este espectáculo de locura, y casi de inmediato, empezó el concierto.



Salen ellos cantando un rock “…ocupen su localidad y presten todos atención, a punto está de comenzar la función” mezclado con “Hoy puede ser un gran día” que calentó la noche de un público serratiano ‘clásico’ -por fin encontré un buen eufemismo para ocultar las canas, ¿verdad?- entremezclado con ese público joven, tan acostumbrado a la buena onda y a las letras de Joaquinito.

Y así, entre gerundios y adverbios, Serrat cantando las letras de Sabina, y el flaco, las de Serrat, transcurrió una noche mágica, francamente sensacional y definitivamente, memorable. Ambos hicieron una comunión perfecta, diría yo.


Las canciones van en desorden y no les explicaré quién cantó qué cosa y porque además, seguro que me olvido de alguna.

Princesa (la de Sabina); Y sin embargo; El tren de la primavera; Algo personal; Quién me ha robado el mes de abril; Rosa de Lima (que en esta oportunidad, Joaquín no se la dedicó a su Jimena sino a la joven y querida periodista Jimena Pinilla, quien amaba sus canciones y falleciera hace tres años, a los 36); Tu nombre me sabe a Yerba; Penélope; Pueblo Blanco; Esos locos bajitos; Aquellas pequeñas cosas, en una fusión genial con la rumba flamenca del Muerto Vivo (de Peret) y baile incluido. Sabina tocó el bombo y Serrat, los platillos, otra ocurrencia más de este par de locos. Sigue Mediterráneo; No hago otra cosa que pensar en ti; Para vivir; 19 días y 500 noches; Noche de bodas; Y nos dieron las 10; Por el boulevard de los sueños rotos; Contigo; Señora; Que se llama soledad; Lucía; Aves de paso; Ruido. Mención aparte merece La del pirata cojo, para la cual se disfrazaron de filibusteros, y por supuesto, ya casi para concluir, Fiesta, antes de los infaltables “bises”, terminaron la función con el mismo rock con el que empezaron.


¡Vaya! Con lo difícil que es graduarse en Felicidad…
Esta vez el Nano me dio todas las respuestas.

Marisol
Lima, Perú
Noviembre de 2007