viernes, 28 de marzo de 2008

El porqué de ciertos “dichos” de carácter popular

Dormirse en los laureles
En Roma, cuando se coronaba a un general, pretor o cónsul tras una victoria se le festejaba un triunfo. Como símbolo de gloria se le colocaban guirnaldas de laureles. Sin embargo, estos debían agachar levemente su cabeza, por lo que daba la impresión de estar descansando sobre los laureles de la gloria.

Para el lado de los tomates
La planta de tomates es un vegetal muy problemático para los horticultores. Esta suele contaminarse con todo tipo de hongos y parásitos que, si no son tratados a tiempo, no solo matan a los tomatales sino que, además. al resto de las plantas sembradas. Razón suficiente para que los horticultores las planten bien alejadas del resto de las plantas. Es por esto que decir 'se fue para el lado de los tomates' significa algo así como decir que se fue muy lejos del significado real.

Salvarse por un pelo
Este dicho viene porque en la antigüedad los marineros, cuando caían al agua, generalmente eran agarrados y subidos de los pelos. Por esta razón solían dejarse el cabello lo más largo posible, el cual, al hundirse el cuerpo, el pelo quedaba flotando y era un excelente punto de agarre.

Me lo contó un pajarito
En Grecia y Roma, sobre todo en esta última ciudad, se creía que los pájaros, al ser dueños del vuelo, poseían características magníficas de percepción. Como con el tiempo comenzaron a ver que ante una tormenta severa las aves eran las primeras en evacuar la región, los romanos las designaron como portadoras del saber futuro. De hecho, el rito de los augurios, donde se intentaba predecir el futuro, se basaba en observar el volar de los pájaros, al igual que lo hicieran Rómulo y Remo esperando ver doce pájaros para fundar Roma. De aquí viene que el dicho 'me lo contó un pajarito' signifique que nos enteramos de algo 'misteriosamente'.

Tirar la casa por la ventana
En el siglo XIX, cuando alguien ganaba la Lotería Nacional de España se estilaba que los amigos y familiares del afortunado fueran a su casa y, literalmente, arrojaran todas sus posesiones por la ventana. Esto, en señal de la nueva vida de dicha persona.

Por “h” o por “b”
Este dicho es realmente simple. Las letras “h” y “b” son las que más problemas traen a los niños durante su etapa escolar. Es muy normal que siempre, al escribir un dictado de la maestra, los chicos fallen en las palabras que llevan alguna de estas letras. Por esta razón decir 'por h o por b' significa haber errado por tal o cual cosa, sin querer dar muchas explicaciones.

No saber ni J
La J es una letra que viene del idioma hebreo. Como en su forma natural es la letra más pequeña que forma parte de la estructura escrita del resto de las letras, 'No saber ni J' significa no saber nada.

Marcharse a la francesa
En Francia, durante el siglo XVIII se comenzó a estilar marcharse de una reunión o de la mesa sin despedirse, ni siquiera hacer el menor gesto de cortesía, signo de muy mala educación. Con el tiempo esta práctica se generalizó tanto que marcharse despidiéndose comenzó, irónicamente, a convertirse en señal de mala educación.

Cargar con el muerto
En varios territorios de la época medieval existía una ley que dictaba que cuando no se podía hallar al asesino de un cadáver encontrado, los pobladores del pueblo al que pertenecía dicha persona debían pagar una multa conjunta. Como nadie quería pagar por lo que no le pertenecía, los pobladores al encontrar un cadáver se apuraban a cargarlo, y de común acuerdo, procedían a transportarlo y arrojarlo en un poblado vecino para salvarse de la multa.

Vérselas negra
Cuando se ocupaba un cargo público en la Grecia, antes de la Edad Dorada, los ciudadanos debían recurrir a un llamativo sistema de elección al azar. Metían la mano en una bolsa y sacaban de ella un pedazo pintado de madera: la mayoría de los pedazos eran negros mientras que algunos, los que representaban ser elegido, eran blancos. De aquí viene el dicho.

El chivo expiatorio
El dicho viene del mundo antiguo y se refiere a una práctica ritual de los antiguos judíos. En ella, el rabino elegía dos machos cabríos de un rebaño y, echándolos a la suerte, escogía a uno de estos dos para que sea sacrificado. Como dejar a la suerte infería una participación divina, se asumía entonces que este chivo era el elegido para llevarse consigo los pecados del pueblo. De aquí viene el dicho 'ser el chivo expiatorio' cuando a alguien se le adjudican culpas ajenas.

Brillar por su ausencia
En los funerales romanos se solía exhibir las efigies de los antepasados como señal del linaje. Durante la honra fúnebre a Junia, la cual era familiar de dos de los conspiradores que asesinaron a César: Casio y Bruto, las efigies de estos dos asesinos no estaban presentes haciendo gala por su ausencia, fue algo que los concurrentes notarían rápidamente y sería el tema reinante entre murmuraciones y comentarios del funeral. Utilizando esto como referencia en uno de sus trabajos, el poeta André de Chenier pondría esta frase de moda más de mil años y unos cuantos siglos después.

Empezar con el pie derecho
En los rituales paganos, al subir al altar era norma dar el primer paso largo y con la pierna derecha. Esto significaba un buen augurio y marcaba que los dioses estarían a favor de los concurrentes.

Poner las manos en el fuego
En los antiguos pueblos paganos de Germania existía la costumbre de realizar juicios ante los dioses cuando surgía un litigio entre dos personas. Una de las formas más comunes de ver si esta persona estaba siendo sincera era ponerle un fierro caliente en sus manos, o alguna otra parte del cuerpo. Si la persona salía corriendo significaba que era culpable.

Se la dio con queso
Este dicho viene del problema que representaban los roedores en los pueblos medievales, y hace referencia al hecho de armar la trampa ratonera poniendo un queso como carnada.