lunes, 21 de junio de 2010

Cuando un amigo se va...


Cuando un amigo se va queda un espacio vacío…

Así empieza la letra de una canción que siempre me gustó y nunca tuve la intención de dedicársela a nadie… Hasta que partiste, mi amigo-más-que-amigo de la adolescencia, de mis 17 años, de esa edad dorada en que la muerte no existe y ni se nos ocurre pensar en que ya forma parte de nosotros desde que nacemos.

Y es que te me fuiste de esta vida como un rayo, después de buscarte durante tanto tiempo... Cuando por fin te encontré, lo primero que pensé fue que ese Dios en el que tú y yo siempre creímos me hizo un regalo, para que quienes te queremos, recuperemos tus huellas bohemias y así volvamos a recordarte como eras antes: el flaco de la sonrisa sincera de lado a lado, bohemio de pelo largo, impetuoso, irreverente, impulsivo, irritable, guerrero, bromista, sensible, un loco bueno, feliz y generoso hasta el punto de quitarte la camisa si alguien la necesitaba, porque para ti la amistad fue siempre lo primero y la plata era sólo un medio, nunca un fin, y así la tuviste y así la usaste, en tu ley y como quisiste.

Signos inequívocos de tu libertad fueron siempre tu Quena –no en vano tu hija preciosa se llama así- y tus sandalias, esas ‘chanclas’ que desde aquellos tiempos limeños de los setentas conservaste siempre. Llegabas tocando Bourée, con esa entonación que siempre me hacía salir a la ventana, moreno de mirada limpia y transparente, a veces azul y otras verde mar, con esos ojos preciosos y el pelo libre al viento, con tu voz medio cascada que hoy me hace evocar al mar que siempre amaste.

Nos has dejado legados para compartir entre quienes te queremos: el arte de tu música y esas fotos que por curiosa y de tanto fastidiarte colgaste en Facebook. Nos dejas también el valor de la amistad y hasta tu testimonio sobre el régimen que hoy está sufriendo Venezuela, el país que los acogió durante tantos años desde que partieron de Lima y que después de tanto tiempo se convirtió ya en el hogar de tu familia.

Nunca imaginé que te encontraría para tener que despedirte a la distancia y tan temprano, pero si algo ha valido la pena en esta búsqueda mía ha sido volver a verte y escucharte aunque sea por medio de una fría webcam que en aquellos momentos, cuando la prendías, se me hacía cálida porque para ti era más fácil hablar que escribir y así podía verte y escucharte igual que antes, y vaya que nos encargábamos de recordar detalles de cuando éramos tan jóvenes, entre risas y hasta asombro por la memoria que ambos teníamos de aquellos recuerdos.

El destino me dejó con el adiós en la boca aquella última vez que hablamos y nunca te lo llegué a decir porque dentro de mí no quise reconocer que te nos ibas a ese lugar mejor para ti, donde hoy por fin eres libre nuevamente, como mereces.

Me gustaría por un instante volver a mis 17 y a tus 22, a sentarnos en la hierba del Malecón Cisneros a esperar las 6 y 39 de la tarde uno de aquellos sunsets limeños de los veranos de Miraflores, mientras tratábamos de adivinar si se iría o no ese cordón de nubes que amenazaba con tapar el horizonte y dejarnos sin pedir un deseo cuando se ocultaba el sol.

Una parte de mi corazón se fue contigo y también una parte de tu corazón quedó conmigo, y dondequiera que estés quiero creer que hoy respiras por fin con libertad ese aire que tanto necesitabas y que también desperdiciaste, por qué no decirlo.

Nunca te olvidaré, como no lo hice durante estos 32 años que no supe nada de ti. Sé que tengo que comprender que sólo te nos adelantaste para recibirnos con tu música cuando te demos el alcance.

Hoy que cumples 54, soy yo quien te regala Boureé de Jethro Tull.


Jethro Tull – Bourée
http://www.youtube.com/watch?v=N2RNe2jwHE0&feature=related

In memoriam
Lucho García Montero
21-06-1956 - (+) 04-06-2010

1 comentario:

Felipe dijo...

Gracias Marisol por tus sentimientos que vienen desde el alma. Han sido muy intensos estos ùltimos meses en los que he podido compartir con Lucho todos los recuerdos de infancia y adolescencia, tanto los comunes como los propios de cada quien, y la satisfacciòn de Lucho de saber que a pesar de las distancias, en tiempo y espacio, se le tenía presente en nuestra Lima querida. Hoy se fue nuestro hermano y siempre retumbarà en nuestras fibras estas hermosas melodías que las aprendimos a oír con Lucho.
Un gran abrazo.
Felipe