miércoles, 29 de diciembre de 2010

GASTÓN

Lindo artículo de Mario Vargas Llosa sobre Gastón Acurio, mi cocinero preferido y una de las personas más queridas del Perú, cuyo ejemplo es digno de imitar.

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DEL CHEF…
Vargas Llosa escribe sobre Gastón Acurio

A comienzos de los años setenta, en una casa limeña situada en el límite mismo de dos barrios, San Isidro y Lince, donde se codeaban la pituquería y el pueblo, un niño de pocos años solía meterse a la cocina para escapar de sus cuatro hermanas mayores y los galanes que venían a visitarlas. La cocinera le había tomado cariño y lo dejaba poner los ojos, y a veces meter la mano, en los guisos que preparaba. Un día la dueña de casa descubrió, que su único hijo varón —el pequeño Gastón—, había aprendido a cocinar y que se gastaba las propinas corriendo al almacén Súper Epsa de la esquina, a comprar calamares y otros alimentos, que no figuraban en la dieta casera para experimentar con ellos.
El niño se llamaba Gastón Acurio, como su padre, un ingeniero y político, que fue siempre colaborador cercano de Fernando Belaunde Terry. Alentado por su madre, el niño siguió pasando buena parte de su niñez y su adolescencia en la cocina, mientras terminaba el colegio y comenzaba en la Universidad Católica sus estudios de abogado. Ambos, ocultaron al papá esta afición precoz del joven Gastón, que, acaso, el pater familias hubiera encontrado inusitada y poco viril.
El año 1987 Gastón Acurio fue a España, a seguir sus estudios de derecho en la Complutense. Sacaba buenas notas, pero olvidaba todas las leyes que estudiaba, después de los exámenes y lo que leía con amor no eran tratados jurídicos, sino libros de cocina. El ejemplo y la leyenda de Juan María Arzak lo deslumbraron. Entonces, un buen día, comprendiendo, que no podía seguir fingiendo más, decidió confesarle a su padre la verdad.
Gastón Acurio papá, un buen amigo mío, descubrió así, en un almuerzo con el hijo, al que había ido a visitar a Madrid y al que creía enrumbado definitivamente hacia la abogacía, que a Gastón-hijo no solo no le gustaba el derecho, sino que, horror de horrores, ¡soñaba con ser cocinero! Él reconoce, que su sorpresa fue monumental y yo estoy seguro de que perdió el habla y hasta se le descolgó la mandíbula de la impresión. En ese tiempo, en el Perú se creía que la cocina podía ser una afición, pero no una profesión de señoritos.
Sin embargo, hombre inteligente, terminó por inclinarse ante la vocación de su hijo, y le firmó un cheque, para que se fuera a París, a completar su formación en el Cordon Bleu. Nunca se arrepentiría y hoy debe ser, sin duda, uno de los padres más orgullosos del mundo por la formidable trayectoria de su heredero.
Gastón estuvo dos años en el Cordon Bleu y allí conoció a una muchacha francesa, de origen alemán, Astrid, que, al igual que él, había abandonado sus estudios universitarios —ella, de Medicina— para dedicarse de lleno a la cocina (principalmente, la pastelería). Estaban hechos el uno para el otro y era inevitable, que se enamoraran y casaran.
Después de terminar sus estudios y hacer prácticas por algún tiempo en restaurantes europeos, se instalaron en el Perú y abrieron su primer restaurante, Astrid y Gastón, el 14 de julio de 1994, con 45 mil dólares prestados entre parientes cercanos y lejanos. El éxito fue casi inmediato y quince años después, Astrid y Gastón exhibe sus exquisitas versiones de la cocina peruana, además de Lima, en Buenos Aires, Santiago, Quito, Bogotá, Caracas, Panamá, México y Madrid.
En estos restaurantes, la tradicional comida peruana es el punto de partida, pero no de llegada: Ha sido depurada y enriquecida con toques personales, que la sutilizan y adaptan a las exigencias de la vida moderna, a las circunstancias y oportunidades de la actualidad, sin traicionar sus orígenes; pero, también, sin renunciar por ello a la invención y a la renovación. Otra variante del genio gastronómico de Gastón Acurio es La Mar, un restaurante menos elaborado y formal, más cercano a los sabores genuinos de la cocina popular, que, al igual que Astrid y Gastón, después de triunfar en el Perú, tiene ya una feliz existencia en siete países extranjeros. Y, como si esto fuera poco, han surgido en los últimos años otras cadenas, cada una de ellas con una personalidad propia y que desarrolla y promueve una rama o especialidad del frondoso recetario nacional, T’anta, Panchita, Pasquale Hermanos, la juguería peruana, La Pepa y —el último invento por ahora— Chicha, en ciudades del interior dotadas de una comida regional propia, a la que estos restaurantes quieren dignificar y promover. En el año de 2008, la cifra de ventas del complejo fue de 60 millones de dólares.
Pero el éxito de Gastón Acurio, no puede medirse en dinero, aunque es de justicia decir de él, que su talento como empresario y promotor es equivalente, al que despliega ante las ollas y los fogones. Su hazaña es social y cultural. Nadie ha hecho tanto como él, para que el mundo vaya descubriendo que el Perú, un país que tiene tantas carencias y limitaciones, goza de una de las cocinas más variadas, inventivas y refinadas del mundo, que puede competir sin complejos con las más afamadas, como la china y la francesa. ¿A qué se debe este fenómeno? Yo creo que a la larga tradición autoritaria del Perú: La cocina era uno de los pocos quehaceres en que los peruanos, podían dar rienda suelta a su creatividad y libertad sin riesgo alguno.
En buena parte es culpa de Gastón Acurio, que hoy los jóvenes peruanos de ambos sexos, sueñen con ser chefs como antes soñaban con ser psicólogos, y antes economistas, y antes arquitectos. Ser cocinero, se ha vuelto prestigioso, una vocación bendecida incluso por la frivolidad. Y por eso, pese a la crisis, en Lima se inauguran todo el tiempo nuevos restaurantes y las academias e institutos de alta cocina proliferan.
Si alguien me hubiera dicho hace algunos años, que un día iba a ver organizarse en el extranjero “viajes turísticos gastronómicos” al Perú, no lo hubiera creído. Pero ha ocurrido y sospecho, que los chupes de camarones, los piqueos, la causa, las pachamancas, los cebiches, el lomito saltado, el ají de gallina, los picarones, el suspiro a la limeña, etcétera, traen ahora al país tantos turistas como los palacios coloniales y prehispánicos del Cusco y las piedras de Machu Picchu. La casa-laboratorio, que tiene Gastón Acurio en Barranco, donde explora, investiga, fantasea y discute nuevos proyectos con sus colaboradores, ha adquirido un renombre mítico y la vienen a visitar chefs y críticos de medio mundo.
Gracias a Gastón Acurio, los peruanos han aprendido a apreciar, todo lo que vale la riqueza gastronómica de su tierra. Él tiene un programa televisivo, en el que desde hace cinco años, visita cada semana un restaurante distinto, para mostrar lo que hay en él de original y de diverso, en materia de menú. De este modo, ha ido revelando la increíble diversidad de recetas, variantes, innovaciones y creaciones de que está hecha la cocina peruana. Cómo se da tiempo para hacer tantas cosas ,(y todas bien), es un misterio. Su programa “Aventura culinaria” ha servido, entre otras cosas, para que se sepa que, además de Gastón Acurio, hay en el Perú de hoy otros chefs, tan inspirados como él. Esa generosidad y espíritu ancho, no es frecuente entre los empresarios, ni en el Perú, ni en ninguna otra parte.
Si en Astrid y Gastón, La Mar o cualquiera de los otros restaurantes de la familia, usted se siente mejor atendido, que en otras partes, no se sorprenda. Los camareros de Gastón Acurio, —juro que esto no es invención de novelista—siguen cursos de inglés, francés y japonés, y toman clases de teatro, de mimo y de danza. Si después de recibir este entrenamiento, deciden buscarse otro trabajo, “mejor para ellos”, dice Acurio. “Esa es la idea, justamente”.
El éxito no lo ha mareado. Es sencillo, pragmático, vacunado contra el pesimismo; y, como goza tanto con lo que hace, resulta estimulante escucharlo hablar de sus proyectos y sueños. No tiene tiempo para envidias y su entusiasmo febril es contagioso. Si hubiera un centenar de empresarios y creadores como Gastón Acurio, el Perú hubiera dejado atrás el subdesarrollo hacía rato.

Mario Vargas LLosa

sábado, 25 de diciembre de 2010

Es Navidad para mí



Sí, es Navidad.

En diciembre no debería ocurrir nada. Debería ser un mes un mes de tregua para el mundo, un mes de: "aquí no pasa nada". Nadie debería morirse, ni enfermarse, ni ser víctima de alguna cosa mala, o fea o triste. Debería ser un mes en que nuestras vidas continuaran sin variación, sin dolores, sin pérdidas, pero la vida es la vida y como la conocemos nos trae sorpresas que muchas veces no esperamos.
Por ejemplo, yo no puedo evitar recordar que perdí a mi madre un 27 de diciembre. Estoy segura de que ella quería irse días antes, pero por no dejarle un mal recuerdo a mi querido padre, quien cumplía años aquel 25 de diciembre de 2000, se nos fue dos días después.

No creo que haya habido nada más doloroso que su partida. Cuando ella se fue, a mis hermanos y a mí se nos fue uno de los momentos más importantes de nuestras vidas: la Fiesta de Navidad. ¿Vieron que escribí "fiesta" con mayúsculas? Es que así era cada Navidad para nosotros, los O'Connor Podestá. Todo, todo, gracias a ella, que hacía magia para que todos seamos felices y para que mi padre, el dueño del "santo" sea doblemente feliz. Ella era quien hacía que los fuegos artificiales sean más lindos e iluminados, que los cohetones dejen de parecer armas letales, quien dejaba que mis hijos, mi esposo, mis hermanos, mis sobrinos, prendieran lo que les ocurriera en el jardín o en el muro de la casa, sabiendo que al día siguiente tendría que volver a pintarlo porque quedaría negro por la pólvora que explosionaba en medio de la algarabía de toda la familia.

Así era mi madre, la "reina de la Navidad", quien nos regalaba todos los regalos que podía a cada uno de los cinco hermanos, siempre en memoria de mi abuelo Juan, a quien nunca conocí porque yo nací "de yapa", luego de nueve años de haber "cerrado la fábrica" de cuatro hermanos anteriores, y ella era por entonces, allá por el 61, una mujer de 44 años que les dejó una herencia feliz de amor y unión familiar que hoy trato de conservar para mí y mis seres queridos.

Mis Navidades fueron lo mejor que me ocurrió en la vida y así como las viví se las he transmitido a los míos. Ayer mi hijo me dijo: "¿sabes, mamá? Siento pena por aquellos momentos que viví y no volverán". Sinceramente, no supe qué responderle porque la navidad sin ella ya no es Navidad.

Hoy solo puedo decirles que tengo el orgullo de ser hija de quien fue Aída Podestá de O'Connor, quien me hizo la vida feliz, leve y ligera de equipaje, tal como me gusta ser, sin tonterías ni veleidades, simplemente un ser humano como cualquier otro, con sensibilidad, caprichos, tonterías y humanidad. Permitió que pudiera desarrollar mi personalidad: buena, mala o fea pero consciente, lo que resume mi vida hasta hoy, con todos mis defectos y virtudes.

Gracias mamá, gracias "Mamía", por ser quien soy.

¡Feliz Navidad a todos!

Sol O'Connor.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

Creo que esta es una excelente oportunidad para retornar a mi blog, al que he abandonado desde hace algunos meses, pero he despertado dada mi afición y amor absoluto a las Letras, pues Mario Vargas Llosa ha sido elegido Premio Nobel de Literatura 2010 y él merece que haga mi mejor esfuerzo para empezar a volver a escribir mis historias, esta vez, personales. Espero tener la constancia y su ejemplo para continuar en esta brega.

Es cierto que yo he sido una de tantas críticas terribles y silentes de Mario porque me quedé con la imagen-idea (valga el guion de por medio) de “El pez en el agua”, el último libro que leí y lloré de MVLl. Lo lloré con verdadera pena y lágrimas reales pues creí que era muy injusta la opinión que él presentaba sobre nosotros y mi querido Perú. Creí que él estaba resentido con los electores peruanos para haber escrito tantas cosas terribles sobre mi país que es suyo, también, sin darme cuenta de que hablaba en nombre de la democracia, tan indispensable hoy en día.

Cuando él perdió las elecciones lloré de rabia y de pena. En aquella oportunidad pensé que los peruanos éramos –por entonces- incapaces de elegir al candidato perfecto, de lujo, que se perdía mi adorado Perú, la tierra en la que nací y que hoy entiendo, gracias a él, que fortuitamente soy y siempre seré peruana, pero eso sí, sobre todas las cosas y a pesar de los apellidos extranjeros que por herencia me pudieron tocar, el Perú es mi patria amada y no hay nadie que me va a quitar mi peruanidad. Mi nacionalismo tiene dos frentes: el antes y después de Mario. Antes, porque yo me creía nacionalista hasta que él en su discurso inicial previo a la entrega del Nobel 2010, “Elogio de la literatura y la ficción”, me hizo entender que lo mío era patriotismo, puro y sin mancha, no así nacionalismo (chovinismo) y después: el patriotismo, verdadero amor por la patria, así como su desarrollo e inserción en el mercado internacional y ante todo, por la libertad de expresión, en la mejor de sus definiciones, sumada a esa democracia absolutamente indispensable para el ejercicio de esa libertad.

Mario ha recibido por fin el Nobel de Literatura, algo impensable para mí y para muchos peruanos. Siempre escuché y creí que dados los antecedentes liberales de MVLl hacían imposible que recibiera en algún momento de la historia este premio honorario a su trayectoria impecable de literatura y opiniones políticas contrarias a la izquierda que por lo general había normado estos premios tan ilustres e importantes.

Escuchar que Mario ha encapsulado en una burbuja la historia de la literatura que hoy permanece y reluce fue algo que me superó absolutamente, sobre todo porque en la entrega del premio, quien el presentador de la ceremonia de entrega de los "Nobel" le pidió a Mario, en castellano, que se acercara a recibir el galardón de manos del Rey de Suecia, colmó todas mis expectativas.

Reconozco que he tenido una relación personal de amor-odio por MVLl. Ha pasado el tiempo y no me queda otra opción que, racionalmente, interpretar que Mario no se equivocó como demócrata cabal que es. Todo lo que él pensaba es lo que pienso y quiero hoy, no solo para mi país sino para toda Latinoamérica y para aquellos países que aún continúan en el yugo de la falta de libertades en general, las que no enumeraré porque son por demás conocidas y yo, de política tengo casi nada, pero informada y algo viajada sí soy.

En fin, retomo mi blog con esta estupenda noticia: mi compatriota Mario Vargas Llosa ha recibido el Nobel de Literatura 2010 y me siento tan feliz como si fuera yo misma o alguno de mis parientes quien lo hubiera recibido. Más aún cuando escuché su elogio a la mujer de su vida: Patricia. Estoy segura de que todas las mujeres quisiéramos recibir un reconocimiento de nuestra pareja como el que ella recibió en aquel momento.

Sol O’Connor


http://www.youtube.com/watch?v=aL1Uc8_M1Zk&feature=related

sábado, 30 de octubre de 2010

Dormir abrazada a un hipopótamo



Me gusta mucho cómo escribe Rosa Montero. Acabo de leer este artículo y me siento muy identificada.
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Vistos de cerca, todos los individuos somos raros. Vistos de muy cerca, incluso rarísimos. Se podría decir que la rareza es la normalidad del ser humano. Y uno de los entornos que más permiten el florecimiento de la excentricidad y de la manía íntima es, como no podía ser menos, la cama. Pero no la cama como eufemismo de la sexualidad (en eso también se dan ciertas rarezas, pero, contra lo que la gente suele imaginar, me temo que ahí se peca bastante más de monotonía rutinaria), sino la cama de dormir y de sudar las gripes, la cama de los sueños y las pesadillas, el nido elemental, el refugio último del animal que somos.

“La inmensa mayoría de las personas tiene sus rituales y obsesiones a la hora de acostarse”
Y así, mi teoría es que la inmensa mayoría de las personas tiene sus rituales y obsesiones a la hora de acostarse. Empezando por el lugar de la cama que ocupamos: al pasar la noche por primera vez con una nueva pareja, siempre hay que cruzarse en algún momento esa pregunta fundamental: ¿duermes a la izquierda o a la derecha? Porque a la mayoría nos fastidia profundamente vernos desalojados de nuestro lado habitual (he aquí la primera incompatibilidad en una relación). Todos poseemos, en fin, pequeñas liturgias que forman parte de nuestra vida secreta, cosas tontas que sin embargo no nos gusta contar, porque son la nuez de nuestro ser privado. Tengo una amiga que, para dormir, tiene que encasquetarse una especie de viejo gorro andino con orejeras. Otra amiga, una escritora latinoamericana buenísima, me acaba de enviar por email esta maravillosa confesión: “Te cuento que yo duermo con: 1) Una almohada entre las rodillas. 2) Tapones para los oídos. 3) Férula de relajación contra el bruxismo. 4) Un HIPOPÓTAMO que abrazo en la noche. 5) Bolsa de agua caliente casi todo el año. Y esto es lo que hay. ¿Es sexy? No, no es sexy, pero es lo que hay. Creo que no podría dormir sin alguna de esas cosas”. A decir verdad, es esta carta genial la que me ha dado la idea de escribir un artículo sobre el tema.
Y no se trata solo de extravagancias de mujeres supuesta y tópicamente neuróticas. Conozco a muchos hombres que también están llenos de rituales. Tipos que solo pueden conciliar el sueño si llevan puesto un antifaz (aunque la habitación esté oscura como cueva de oso). O que necesitan vestirse con una colección de camisetas viejas y raídas que cuidan como si fueran un delicado tesoro. ¡O que tienen que tomar un colacao antes de acostarse, como los niños! Mi padre se enrollaba una toalla en los pies, porque siempre los tenía fríos (curioso que no pensara en ponerse calcetines); y luego se cubría la cabeza con la sábana, a modo de pañuelo islámico. Como decía mi amiga la escritora, ¿es esto sexy? Pues no, no lo es. Pero a mi madre nunca pareció molestarle. Eso es el amor, si te paras a pensarlo; el verdadero amor es saber que tu pareja duerme con una toalla en los pies y seguirle queriendo de todas formas. El verdadero amor solo se consigue cuando empezamos a conocer estos pequeños secretos aniñados del otro. Las manías de la cama, que nos retrotraen a nuestro lado más infantil. Más inconsciente, más hondo. Hasta que no sabes cómo duerme de verdad tu amante no has empezado ni a rozar su corazón.
Porque muchos engañan, o engañamos (yo también tengo mi manía a la hora de dormir, y desde luego no pienso contarla aquí a los cuatro vientos). Muchos, en el momento de pasar una noche por primera vez con alguien, escondemos nuestro pequeño secreto: el roñoso hipopótamo de peluche, la vieja almohadita que acarreamos a todas partes como si fuera la frazada de Linus, el pañuelo de seda casi desgarrado que necesitamos frotar entre dos dedos para dormirnos, el gorro de lana, los patucos, el antifaz, los tapones para los oídos, el trapo para envolver los pies, las orejeras, el pequeño muñeco de celulosa que tienes que meter bajo la almohada, los guantes, la bufandita al cuello, la bolsa de agua caliente… Y así hasta el infinito. Y sin duda uno de los momentos cruciales del desarrollo de una relación es cuando por fin te atreves a confesar al otro que duermes con una pinza nasal para respirar mejor. ¡Son tan desmitificadores estos rituales! Jefes de Estado que se chupan el dedo para conciliar el sueño, terroristas de Al Qaeda que se acuestan con camellos de trapo… Ah, qué gran investigación sociológica y psicológica sería esa… Desvelar el supremo secreto de nuestras manías nocturnas. ¿Cuál es la tuya?
www.rosa-montero.com
http://www.elpais.com/articulo/portada/Dormir/abrazada/hipopotamo/elpepusoceps/20101017elpepspor_17/Tes

lunes, 21 de junio de 2010

Cuando un amigo se va...


Cuando un amigo se va queda un espacio vacío…

Así empieza la letra de una canción que siempre me gustó y nunca tuve la intención de dedicársela a nadie… Hasta que partiste, mi amigo-más-que-amigo de la adolescencia, de mis 17 años, de esa edad dorada en que la muerte no existe y ni se nos ocurre pensar en que ya forma parte de nosotros desde que nacemos.

Y es que te me fuiste de esta vida como un rayo, después de buscarte durante tanto tiempo... Cuando por fin te encontré, lo primero que pensé fue que ese Dios en el que tú y yo siempre creímos me hizo un regalo, para que quienes te queremos, recuperemos tus huellas bohemias y así volvamos a recordarte como eras antes: el flaco de la sonrisa sincera de lado a lado, bohemio de pelo largo, impetuoso, irreverente, impulsivo, irritable, guerrero, bromista, sensible, un loco bueno, feliz y generoso hasta el punto de quitarte la camisa si alguien la necesitaba, porque para ti la amistad fue siempre lo primero y la plata era sólo un medio, nunca un fin, y así la tuviste y así la usaste, en tu ley y como quisiste.

Signos inequívocos de tu libertad fueron siempre tu Quena –no en vano tu hija preciosa se llama así- y tus sandalias, esas ‘chanclas’ que desde aquellos tiempos limeños de los setentas conservaste siempre. Llegabas tocando Bourée, con esa entonación que siempre me hacía salir a la ventana, moreno de mirada limpia y transparente, a veces azul y otras verde mar, con esos ojos preciosos y el pelo libre al viento, con tu voz medio cascada que hoy me hace evocar al mar que siempre amaste.

Nos has dejado legados para compartir entre quienes te queremos: el arte de tu música y esas fotos que por curiosa y de tanto fastidiarte colgaste en Facebook. Nos dejas también el valor de la amistad y hasta tu testimonio sobre el régimen que hoy está sufriendo Venezuela, el país que los acogió durante tantos años desde que partieron de Lima y que después de tanto tiempo se convirtió ya en el hogar de tu familia.

Nunca imaginé que te encontraría para tener que despedirte a la distancia y tan temprano, pero si algo ha valido la pena en esta búsqueda mía ha sido volver a verte y escucharte aunque sea por medio de una fría webcam que en aquellos momentos, cuando la prendías, se me hacía cálida porque para ti era más fácil hablar que escribir y así podía verte y escucharte igual que antes, y vaya que nos encargábamos de recordar detalles de cuando éramos tan jóvenes, entre risas y hasta asombro por la memoria que ambos teníamos de aquellos recuerdos.

El destino me dejó con el adiós en la boca aquella última vez que hablamos y nunca te lo llegué a decir porque dentro de mí no quise reconocer que te nos ibas a ese lugar mejor para ti, donde hoy por fin eres libre nuevamente, como mereces.

Me gustaría por un instante volver a mis 17 y a tus 22, a sentarnos en la hierba del Malecón Cisneros a esperar las 6 y 39 de la tarde uno de aquellos sunsets limeños de los veranos de Miraflores, mientras tratábamos de adivinar si se iría o no ese cordón de nubes que amenazaba con tapar el horizonte y dejarnos sin pedir un deseo cuando se ocultaba el sol.

Una parte de mi corazón se fue contigo y también una parte de tu corazón quedó conmigo, y dondequiera que estés quiero creer que hoy respiras por fin con libertad ese aire que tanto necesitabas y que también desperdiciaste, por qué no decirlo.

Nunca te olvidaré, como no lo hice durante estos 32 años que no supe nada de ti. Sé que tengo que comprender que sólo te nos adelantaste para recibirnos con tu música cuando te demos el alcance.

Hoy que cumples 54, soy yo quien te regala Boureé de Jethro Tull.


Jethro Tull – Bourée
http://www.youtube.com/watch?v=N2RNe2jwHE0&feature=related

In memoriam
Lucho García Montero
21-06-1956 - (+) 04-06-2010

jueves, 24 de setiembre de 2009

Las Palabras - Pablo Neruda



Sí. Definitivamente. Creo haber encontrado en este escrito la mejor descripción de lo que yo siento por ellas.

Bendito mi idioma: El Castellano.


Sol




Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan. Me prosterno ante ellas. Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito. Amo tanto las palabras… Las inesperadas, las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen. Vocablos amados. Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras.


Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema. Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas. Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto. Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola…


Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces. Son antiquísimas y recientísimas. Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada…


Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos. Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo. Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra…


Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… El idioma.


Salimos perdiendo… Salimos ganando. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

martes, 8 de setiembre de 2009

Un poco de ternura... (dedicado a mi madre)



Han pasado casi nueve años desde que mi madre se me fue y hoy recibí este regalo que removió mi conciencia pues recordé como si fuera ayer que nunca comprendí a cabalidad lo que le estaba ocurriendo. Quizá, como un mecanismo de defensa, no quería darme cuenta de que se me estaba yendo y que ya nunca más la escucharía decirme: "Hola mi muñeca, ¿cómo estás?". No tuve el valor de intentar recuperar el tiempo que me quedaba de su lucidez y no supe tratarla con todo el amor del mundo, que nunca será mayor al que yo recibí.

Si con este video puedo lograr que cambie la actitud de quien como hijo esté viviendo algo así con alguno de sus padres, creo que habré pagado un poquito de aquella incalculable factura que tengo con la vida que ella me dio.

Sol O'Connor

martes, 21 de julio de 2009

Botella al mar para el dios de las palabras


A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.

Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.

No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.

La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo "pasar" tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la república del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: "Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso?

Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa.

En ese sentido, me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que les lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis doce años.

[Declaraciones de García Márquez para La Jornada, México, 8 de abril de 1997]

lunes, 8 de junio de 2009

FedeRey


De pie, señores. Su Majestad, Roger Federer, completó su obra más imponente, la que nadie olvidará: ganó por primera vez Roland Garros, el único Grand Slam que le faltaba, e igualó el récord mundial de 14 títulos de la máxima categoría. ¿Qué más se le puede pedir? Nada. O muy poco, según las exigencias de cada uno. El relojito suizo volvió a funcionar a pleno y le puso la frutilla al postre, ratificando ser el mejor tenista de la historia. Sin ninguna duda.
Al grito de "Roger, Roger, Roger...", el público parisino le tributó una ovación de esas que conmueven hasta las lágrimas. Y no solo a él, a su grupo de trabajo, a sus familiares y a sus millones y millones de fanáticos, sino a muchísimos otros que vieron, en el mundo entero, cómo ese extraordinario talento consumó la hazaña por la que tanto sufrió y por la que tanto soñó. Como nunca antes y, probablemente, como nunca se repita, todos se rindieron a sus pies.
Cuántas cosas hay para contar, para analizar y para demostrar por qué ya se lo considera el más grande de todos los tiempos. Por eso los elogios de Andre Agassi en la premiación, al entregarle la Copa de los Mosqueteros, y también las felicitaciones de Pete Sampras y de Rafael Nadal, su archirrival. Los mismos que se suman a otros monstruos que lo admiran, como Björn Borg, Rod Laver y John McEnroe. Y siguen las firmas...
Así en el deporte como en la vida, dos frases son famosas por aquello de apoyarse en el sacrificio, de nunca claudicar en la lucha y en los sueños, de intentar y ser perseverante. Hoy, más que nunca, Federer entiende que "el que busca, encuentra" y "querer es poder" son el fiel reflejo de lo que tanto insistió y se esmeró por alcanzar. Es que consiguió dos marcas que lo ponen en otra dimensión, en la de los máximos genios, con esa aureola propia de los elegidos.
Roger se iluminó, como nunca antes, en la Ciudad Luz y logró una proeza titánica en la lenta arcilla parisina. Y lo hizo por partida doble. Es que se convirtió en el sexto varón en ganar al menos una vez cada uno de los cuatro torneos de Grand Slam y empató el récord de Sampras, de 14 títulos de ese calibre. Como si fuera poco, igualó a Agassi, otro héroe estadounidense, al ser el segundo en obtener los cuatro Mayors en cuatro superficies diferentes.
Por eso, los organizadores del Abierto de Francia no tuvieron mejor idea que convocar a Agassi para darle el trofeo, ya que fue él, hace justamente diez años, en el mismo estadio, el último en haber alcanzado esa hazaña, completando el cuarteto más soñado del tenis. Por eso, todos reconocen el inmenso valor de lo conseguido por Federer. Y no es casualidad que Sampras afirme que "si alguien se merecía esto, ese era Roger".
Lo mismo, exactamente, lo admitió Nadal, esa muralla española dueña de la mejor defensa y que mejoró en el rubro agresividad, quien había frenado el gran sueño parisino del suizo en las finales de los tres años anteriores. Esto deja en claro ya no sólo la inmensa calidad tenística de Federer, sino también su estatura humana, aún cuando jugando parezca un extraterrestre, ya que ninguno lo envidia y todos esperaban esta proeza inolvidable.
En un deporte tan individual y egoísta como el tenis, este tipo de gestos no hacen más que enaltecer la figura de Federer, ese atleta tan ejemplar, dueño de un estilo sumamente completo, vistoso, dúctil y ofensivo, sustentado en un saque tan letal como oportuno, una derecha prodigiosa y un juego de altísima regularidad en todas sus facetas, con una excelente lectura de lo que hacen sus rivales, una movilidad sensacional para estar siempre bien ubicado y encima de la pelota y una genial capacidad resolutiva.
¿Qué más se le puede pedir? Ah, como si algo le faltase, tiene una mentalidad ganadora y positiva, que suele ser contundente, en la que se apoya para ser casi siempre la sombra negra de sus rivales. Claro que podrá aparecer alguno que diga, y con certeza, que Nadal le gana seguido, al punto de que venía de derrotarlo en las finales de Roland Garros y Wimbledon del 2008 y este año en la de Australia.
Esta vez, ese Nadal que parecía imbatible en polvo de ladrillo y que buscaba su quinta corona al hilo en París se encontró con el durísimo pegador Robin Soderling, que lo eliminó, ante el asombro de todos, en los octavos de final. El sueco siguió haciendo ruido, afirmado en su potentísima derecha, y trepó a su primera definición de un Mayor. Pero allí se encontró con Federer, nada menos, que le tiró la camiseta. Sí, literalmente.
Aún cuando se sabía todo lo que había en juego, que el helvético afrontaba el partido más importante de su vida, arrasó con Soderling en el primer set. Ya cuando el trámite fue parejo, el suizo disputó, como él aseguró, "mi mejor tie-break". Con esa ventaja de 2-0 en sets, siguió con el pulso firme y selló su victoria más mentada en tres parciales, para terminar arrodillado, llorando como un niño, en ese rojizo polvo parisino, el póstumo del planeta.
Muchos -seguramente casi todos- creyeron hasta hace un mes, incluido el propio Federer, que esta vez no podría sacarse la espina que tenía clavada, la de ganar finalmente el Abierto de Francia. Es que venía perdiendo con Nadal, había cedido el puesto N° 1 del ránking y llevaba meses sumando derrotas antes increíbles y con pocas alegrías de las grandes. Pero venció con autoridad al español en la altura de Madrid y empezó a creérsela, en el mejor de los sentidos.
En pleno Roland Garros, ya siete días antes de su consagración, Soderling abrió el cuadro dejando afuera de carrera a Nadal y allí todos supieron que podían tener una oportunidad única. Enseguida, el rótulo de gran candidato pasó a manos de Roger. Y él, como un auténtico grande, así lo entendió y lo reconoció, ya con la copa en su poder. "Sabía que el día que Rafa no estuviera en la final, yo estaría aquí y la ganaría", dijo feliz. Y vaya si lo consiguió.
En el mismo torneo que dos latinoamericanos hicieron de las suyas, llegando el argentino Juan Martín del Potro a ponerse 2-1 en sets contra Federer en semis y el chileno Fernando González levantando un partido heroico ante Soderling en la otra semifinal y desaprovechando una ventaja de 4-1 en el quinto capítulo, más que nunca el suizo hizo historia con ese sello indeleble de los consagrados. Y así eclipsó a los demás colegas.
Es cierto que Federer sufrió más de la cuenta para llegar a esta final, que había perdido seis sets en los seis triunfos previos, pero siempre supo imponerse gracias a su mentalidad ganadora. Es que, pese a lo que algunos creen, el helvético se hizo más fuerte que nunca en la adversidad. Y el caso más llamativo y dramático lo vivió en octavos, cuando caía 2-0 en sets ante el alemán Tommy Haas y sacaba 3-4 y 30-40. Allí conectó una derecha invertida terrible y todo cambió. Fue su click.
Por entonces, ya con Nadal afuera, Federer sabía que el peso del favoritismo podía ser una mochila molesta de llevar. Pasó luego algunos apuros contra Del Potro, pero tuvo frialdad, variantes y estrategias apropiadas, gracias a su gran inteligencia táctica, para sortear los distintos obstáculos que se lo pusieron por delante. Por eso, el tenis hizo justicia y, como la inmensa mayoría quería, el suizo saldó su única deuda.
A dos meses de cumplir 28 años, este diestro supercompleto, en ciertas ocasiones criticado por ser frío a la hora de algunos festejos, concretó el sueño de conquistar también Roland Garros, ese anhelo que tantos exponentes de un tenis ofensivo y agresivo se quedaron sin lograr, llámense los Sampras, McEnroe, Connors, Becker y Edberg. Además, igualó el récord de 19 finales de Grand Slam que llegó a disputar el checo-norteamericano Ivan Lendl.
En menos de seis años, desde Wimbledon 2003, Federer ganó 14 definiciones de Mayors y perdió cinco, con una efectividad asombrosa. Y pese a que Nadal lo superó en el ránking, donde ahora el suizo, su escolta, se le acercó gracias a esta victoria, no cesó en la lucha. Eso lo hace aún más grande todavía. Es más: logró estos 14 títulos sobre 40 Grand Slam jugados, mientras que Sampras consiguió esa cifra en 52 participaciones, ya con 31 años y tras casi 13 temporadas entre la primera y la última coronación.
Sólo dos hombres, el estadounidense Donald Budge, en 1938, y el australiano Rod Laver, en 1962 y 1969, pudieron obtener los cuatro grandes certámenes en la misma temporada, pero quién les quita lo bailado a Agassi, Federer, el inglés Fred Perry y el australiano Roy Emerson, quienes también ganaron los cuatro Mayors, aunque en distintos años. Por eso, el suizo hizo historia y el mundo se rinde a sus pies.
Ahora, indudablemente, se sacó un enorme peso de encima y es evidente que podrá intentar en Wimbledon superar a Sampras, si logra adjudicarse su 15° Grand Slam. Hasta ahora, Federer sumaba cinco coronas en Wimbledon, cinco en el US Open y tres en el Abierto de Australia, mientras que con esta en Roland Garros mejoró la calidad de lo hecho por Sampras, ya que el estadounidense nunca conquistó París.
Así, se entiende que Roger, dueño de 59 títulos en total, diga que "ya puedo estar tranquilo, por fin gané Roland Garros. Esto me quita mucha presión y ahora puedo jugar en paz por el resto de mi carrera". Eso, sin dudas, puede resultar letal para sus rivales. Feliz, redobla la apuesta consigo mismo y con la historia. Hoy, Federer, recién casado y en camino a ser papá por primera vez, se hizo el mejor de los regalos. Se lo tenía bien merecido. De pie, señores, su Majestad tocó el cielo con las manos.

Buenos Aires.
Gustavo Goitía es editor de ESPNdeportes.com. Es periodista especializado en tenis desde 1989, y se desempeñó como redactor en los diarios La Nación, Clarín y en el deportivo Olé, todos de Buenos Aires; además fue comentarista en el canal TyC Sports. Consulta su archivo de columnas.

lunes, 6 de abril de 2009

Espárragos contra el cáncer


Espárragos Vs. Cáncer



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viernes, 27 de marzo de 2009

NADA PUEDE DETENERTE

Edición: Sol O'Connor

Crédito: Xpanssion Caal - Youtube

martes, 3 de marzo de 2009

Buenos deseos

Hoy es 3 de marzo de 2009. Nací hace 48 años y he tenido la suerte de recibir muchos saludos cariñosos. Sin embargo, no puedo dejar de compartir estos deseos que una amiga querida me envió por esta bendita vía que es internet. Estoy segura de que le vendrán bien a todo aquel que los lea.
"Que no tropieces en tus caminos, que tus cielos estén despejados, que siempre oigas la música del aire, del mar y de los pájaros. Que tu vida transcurra tranquila y suave, como un arroyo donde uno quiere sentarse en la orilla y ver las mariposas y los picaflores mientras huele la menta y ve plateados pescaditos... Que no te toquen olas torrentosas, truenos, relámpagos y tempestades desatadas tirando árboles y nidos... Que cuando salgas de tu casa esté el aire tibio. Que en tu jardín haya hadas y duendes, flores, y esté todo verde... Que las guerras no te toquen".

Gracias, María Angélica, tus lindos deseos llenaron mi día.

jueves, 22 de enero de 2009

Un relato positivo

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas. Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes y así pudieron ir mar adentro todavía más lejos. Mientras más lejos iban los pescadores, más era el tiempo que les tomaba regresar a la costa a entregar el pescado. Si el viaje redondo tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco. A los japoneses no les gusta el sabor del pescado cuando no es fresco...

Para resolver este problema, las compañías pesqueras, instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores. Además los congeladores permitían a los barcos ir aún más lejos y por más tiempo. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el pescado fresco, y no les gustó el pescado congelado. El pescado congelado se tenía que vender más barato, así que las compañías instalaron tanques para los peces en los barcos pesqueros. Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques, mantenerlos vivos hasta llegar a la costa de Japón. Pero, después de un tiempo, los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, pero vivos. Desafortunadamente, los japoneses también notaron la diferencia del sabor. Porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor 'fresco-fresco'. Los japoneses prefieren el sabor de los peces bien vivos y frescos, no el de los peces aburridos y cansados que los pescadores les traían...

¿Cómo resolvieron el problema las compañías pesqueras japonesas? ¿Cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?

La solución que encontraron los japoneses es por demás original, Invitaron a un tiburón a sus tanques... Así es como los peces japoneses se mantienen vivos: para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras todavía ponen a los peces dentro de los tanques en los botes pesqueros. Pero ahora ellos ponen también ¡un tiburón pequeño! Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos... ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse vivos!

Aplicar el principio de resolución del problema de los pescadores japoneses a las personas, es aplicar lo que dijo L. Ron Hubbard a principios de los años 50. 'Las personas prosperan, extrañamente más, solo cuando hay desafíos en su medio ambiente'. Hubbard escribió en su libro -Los beneficios de los desafíos- 'mientras más inteligente, persistente y competente seas, más disfrutas un buen problema'. Si tus desafíos son del tamaño correcto, y si poco a poco vas conquistando esos desafíos, te sientes feliz. Piensas en tus desafíos y te sientes con energía. Te emociona intentar nuevas soluciones. Te diviertes, ¡te sientes vivo!

Tan pronto como alcanzas tus metas; tales como empezar una nueva empresa, pagar tus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, tal vez pierdas la pasión. Ya no necesitarás esforzarte tanto, así que sólo te relajas. Experimentas el mismo problema que las personas que se ganan la lotería, o el de aquellas personas que heredan mucho dinero y que nunca maduran, o el de las personas que se quedan en casa, que se hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad.

En lugar de evitar los desafíos, brinca hacia ellos y dales una paliza. Disfruta el juego. Si tus desafíos son muy grandes o son demasiados, nunca te rindas. El fracaso te cansará aún más.

Mejor, reorganízate. Encuentra la determinación, la información, el conocimiento y la ayuda que requieras. Cuando alcances tus metas, proponte otras mayores. Una vez que satisfagas tus metas familiares, busca alcanzar las metas de tu grupo, tu comunidad, hasta de la humanidad completa.

Nunca crees el éxito para luego acostarte sobre él. Tú tienes recursos, habilidades y capacidades para lograr lo que sueñas, para hacer la diferencia, para lograr el cambio que te propones.

Así que, invita un tiburón a tu estanque, y descubre ¡qué tan lejos realmente puedes llegar este año! Hay que procurar mantenernos siempre rodeados de tiburones, al fin y al cabo sobran, y aunque hay algunos con los dientes más afilados, piensa que a la larga son los que nos ayudan más...

sábado, 10 de enero de 2009

Haiku

Otro verano...
Las mismas predicciones.
Nuevos deseos.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Que el maquillaje no apague tu risa...

Que el maquillaje no apague tu risa
que el equipaje no lastre tus alas
que el calendario no venga con prisas
que el diccionario detenga las balas…

Que las persianas corrijan la aurora
que gane el “quiero” la guerra del “puedo”
que los que esperan no cuenten las horas
que los que matan, se mueran de miedo…

Que el fin del mundo te pille bailando
que el escenario te tiña las canas
que nunca sepas ni cómo ni cuándo
ni ciento volando, ni ayer ni mañana…

Que el corazón no se pase de moda
que los otoños te doren la piel
que cada noche sea noche de bodas
que no se ponga la luna de miel…

Que todas las noches sean noches de bodas
que todas las lunas sean lunas de miel…

Que las verdades no tengan complejos
que las mentiras parezcan mentiras
que no te den la razón los espejos
que te aproveche mirar lo que miras…

Que se divorcie de ti el desamparo
que cada cena sea tu última cena
que ser valiente no salga tan caro
que ser cobarde no valga la pena…

Que no te compren por menos de nada
que no te vendan amor sin espinas
que no te duerman con cuentos de hadas
que no te cierren el bar de la esquina…

Que el corazón no se pase de moda
que los otoños te doren la piel
que cada noche sea noche de bodas
que no se ponga la luna de miel…

Que todas las noches sean noches de bodas
que todas las lunas sean lunas de miel…




Estos son mis deseos para ustedes en este nuevo año que viene sin estrenar. Tratemos de no gastarlo tan pronto y si lo gastamos, que sea en buenas cosas y cosas buenas.
¡Feliz 2009!
Sol O'Connor


Canción: "Noches de Bodas" (Joaquín Sabina)
Concierto: Dos pájaros de un tiro: Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina - 2007

domingo, 7 de diciembre de 2008

sábado, 6 de diciembre de 2008

garabato...


Calcular las palabras...
Como si fueran cifras
como tablas de multiplicar
como la suma y la resta
como números exactos...

Calcular las palabras...
Para no disgustar
para no caer mal
para saber estar
para poder ganar...

Calcular las palabras...
Cuando los dígitos sobran
cuando la letra es hermosa
cuando existen mil matices
cuando de vida se trata.

Sol O'Connor

jueves, 4 de diciembre de 2008

Cero en Ecología


Zero Ecology

From: Mariasoledad77,
11 minutes ago


Zero Ecology
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Descriptivas imágenes de la realidad que hoy vivimos.



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lunes, 1 de diciembre de 2008


Una de las claves del respeto, y por consiguiente de la alegría interna y la iluminación, es aprender a ser agradecido y a dar las gracias con gratitud y con una adecuada comprensión. Ciertamente me dirán que algunas veces no hay por qué dar las gracias, y que eso cultiva una actitud inocente, pasiva y débil. En verdad, la gratitud es todo excepto debilidad. Abre la puerta a una ciencia y conocimiento superiores. Un acto emanado de la gratitud es siempre beneficioso y bello. No saber dar las gracias no significa fortaleza en lo absoluto, sino debilidad. Una persona prisionera de su descontento cae en estados mentales negativos que le roban su fuerza y su energía.
La expresión "gracias" no es una mera frase educada y convencional. Es, por sobre todo, una frase mágica, un encantamiento sagrado, un poderoso mantram trasmitido a todas las personas por los grandes maestros espirituales y sus discípulos más iluminados. Sí, muchas costumbres de la vida que practicamos en forma inconsciente fueron originalmente instituidas por seres de luz que deseaban ayudar a la humanidad. La expresión "gracias" tiene el poder de abrir la conciencia y despertar a la verdadera riqueza. Aquellos que saben dar las gracias cuando caen en las pruebas, demuestran su valor interno y su conexión con una conciencia superior. Un agradecimiento tal debe provenir de una clara conciencia y de un perfecto conocimiento de las leyes de la vida. Entonces posee el poder alquímico para transformar las situaciones y los estados mentales.
Cuando se dice de la forma correcta, el agradecimiento tiene la virtud de purificar el alma terrenal y las relaciones entre los seres. Dar las gracias a alguien es purificar la atmósfera entre tú y esa otra persona. Algunas veces incluso puede sanar relaciones karmáticas y situaciones difíciles. "Gracias" ejerce un poder liberador; permite el desapego, el abandono (o la aceptación de las cosas), y facilita el perdón. Puede convertirse en una verdadera bendición para uno mismo y para otros; puede ser una muralla de defensa contra las fuerzas de la oscuridad que con frecuencia tratan de interferir en nuestras vidas para perturbar furtivamente, complicarlo o destruirlo todo. Por medio de la gratitud, también se puede crear una firme base --una sobre la cual se pueda construir una vida útil, armoniosa, rica y consciente--, en el aspecto psicológico de la vida.
Las virtudes de la gratitud son demasiado numerosas para describirlas; lo más sencillo es conocerlas por experiencia propia, poniendo en práctica la gratitud. Sin duda que necesitaremos una nueva percepción del mundo mucho más espiritual y sutil. Es en el mundo invisible donde el agradecimiento adquiere todas sus dimensiones. Por supuesto, si vivimos sin espiritualidad, sin conciencia, si damos la espalda al mundo invisible, admito entonces que dar las gracias pueda convertirse en una debilidad: para un ignorante, el agradecimiento es la muerte. Pero creo que nosotros aún no llegamos a esto.
Para quienes están conscientes de su espiritualidad y, por tanto, de la parte más sutil de su ser y de la vida, agradecer es incrementar la intensidad de la vida. El descontento estrecha la vida, mientras que la gratitud la expande, la aumenta, incrementa la alegría, y abre las puertas del infinito, del amor. Aquellos que reciben amor con gratitud lo reciben doblemente, mientras que quienes están descontentos lo pierden. La gratitud es el arte de saborear la vida con agrado; es también una aceptación inteligente y trabajo sobre uno mismo. El niño pequeño que recibe muchos cuidados no puede tener recogijo, mientras crea merecerlo todo. Vivir una mentira es sentenciarse uno mismo a infortunios y a desilusión.
Estoy convencido de que la alegría depende de nuestra actitud en la vida. Si tu agradecimiento contiene todo lo que es del cielo, entonces se convierte en una fabulosa oración y en un regalo de amor. Quien pronuncia las "gracias" de esta manera, comprende que nada en esta tierra le pertenece, y que todo es un regalo de los seres superiores que velan por él. Ni siquiera su cuerpo, sus pensamientos o sus deseos le pertenecen. Dar las gracias por todas estas bendiciones es estar en camino de adquirirlas verdaderamente, y de hacer algo positivo con ellas. Cuando el agradecimiento se transforma en una oración, adquiere el poder de triunfar sobre las fuerzas oscuras y los estados mentales negativos que envenenan la vida.
Cada vez más y más, el mundo se asemeja a una selva infestada de insectos y animales extraños, hasta el punto de encontrarse uno en situaciones donde los estados mentales oscuros invaden la conciencia y la sensibilidad como una nube de mosquitos, en forma cada vez más frecuente. Ya no sabemos cómo escapar a esos estados destructivos. El gran agradecimiento "aquel que conoce el sendero hacia el mundo superior invisible" puede liberarnos. Repito lo que digo, porque para mí el agradecimiento que se eleva al cielo con respeto y gratitud es la oración más hermosa. Ahora, es la oración más eficaz para sacar a los seres humanos del control de las fuerzas oscuras y los estados mentales negativos. La palabra "gratitud" también significa renacer a uno mismo.
Finalmente debemos comprender que hemos permitido una forma de vida artificial que incrementa el desarrollo de la negatividad. Por eso, tanto en el futuro como en el presente, las técnicas de alquimia interna serán cada vez más indispensables. Sin ellas, será imposible luchar para mantener la propia dignidad, el tesoro del alma, la belleza interior. Debemos reinventar una nueva forma de vivir en la tierra para poder recobrar las fuerzas del alma que abren las puertas del cielo y de la iluminación. Esta es una necesidad para el futuro.
Cuando los seres humanos llevan el cielo y la tierra dentro de sí mismos, no hay fuerzas negativas que puedan penetrar en ellos. Entiéndanme bien: para mí el descontento es una fuerza negativa. Claro que hay un tipo de descontento que es beneficioso, porque permite ponernos a trabajar aún más para alcanzar la perfección, pero este descontento es mesurado y controlado, es una herramienta de la creatividad. No estoy refiriéndome a éste, sino al que invade el alma y lleva al servilismo, cerrando las puertas a la inteligencia superior.
"Gracias" es una palabra que une al cielo y la tierra. Cuando el agradecimiento es sincero y está lleno de fuerza vital, tiene el poder de tocar y despertar ese centro íntimo que radica en el estómago y que los japoneses denominan el "hara". La verdadera fuerza proviene del profundo agradecimiento que toca el centro del ser uniendo cielo y tierra. Quien sabe cómo agradecer a la tierra, halla el fundamento de la vida psicológica. La tierra limpia, purifica y sana muchos problemas psicológicos, e incluso enfermedades físicas, porque ambos están estrechamente relacionados.
Quien sabe cómo agradecer a la inteligencia de los cielos halla dirección en su meta en la vida. Es una luz que ilumina con verdadero conocimiento. Todo lo que necesitamos hacer es ponernos a trabajar. Muchas cosas en nuestra vida dependen de la forma en que dirigimos nuestras energías. La inteligencia no radica en digerir las cosas como una cotorra, sino en la capacidad de comprender el significado positivo de la vida y caminar en esta dirección por nuestro bien, por el de los demás, y por el mundo. Todos en la tierra deben ofrecer sincero y cálido agradecimiento a todos los seres --no al pequeño ser artificial en ellos, sino al Innombrable, omnipresente. La aceptación de lo divino, sublime, infinito, inmortal, a través de todos los seres humanos y a través del Todo es la perfección del agradecimiento.
Olivier Manitara


domingo, 23 de noviembre de 2008

Toques Zen para su vida diaria

Toques Zen
Por: Frieda Holler Figallo
PERÚ 21
Mi amiga Marisol O'Connor con su sentido del equilibrio me envió este significativo mensaje de proverbios chinos que comparto con usted para que reaccione y cambie:

Tenga un proyecto de vida, mas esté abierto para percibir las señales del camino. Sea flexible como los gajos de un árbol al viento, así nada podrá quebrarlo.

Encienda un incienso. Él marca el tiempo de su meditación o de cualquier actividad y purifica el ambiente. Además de eso, según los monjes Zen-budistas, el humo esparce bienestar a todos los seres y eleva su espíritu.

Tenga cerca una caja de arena, con algunas piedras y modifique cada día la posición de ellas y el trazado de los granos. Mover el jardín Zen es una forma de aquietar la mente: todo está cambiando en todo momento, un día es diferente de otro y usted puede crear su presente.

En el trabajo, cuando estuviera en una situación de conflicto o recibiera una provocación, no reaccione inmediatamente. Respire y preste atención, siempre hay una manera de resolver las cuestiones de forma pacífica, con respeto, amorosamente. Caso contrario, usted entra en la sintonía de acciones y pensamientos negativos, dañinos para los otros y para usted mismo.

En el tránsito, manténgase atento y gentil con los otros conductores. Mantenga distancia y ceda el paso. Si está muy alterado con la espera, tenga en el vehículo música tranquila y algunos caramelos. Eso baja la ansiedad y suaviza el enojo e impaciencia.

Simplemente sea lo que es. Acepte su cuerpo y sus pensamientos.

Acuérdese de mirar hacia el cielo. Eso expande los límites de la mente y nos recuerda que somos una pequeña parte del inmenso Universo, que está siempre en movimiento.

Al hablar, use palabras de cariño y respeto, pues usted está delante de otro ser humano, sea quien fuera.

Reserve algún tiempo para no hacer nada: no piense, no contemple, no desee cambios.

En cada gesto simple de lo cotidiano, puede descubrir nuevos placeres. Saboree el agua y cada alimento como un bien precioso, una fuente de energía vital. Cuando esté comiendo o cocinando, no desperdicie.

Comience el día sentándose con la columna recta, perciba su respiración, los latidos de su corazón, sus tensiones, sus pensamientos. Quédese así por algunos minutos, después respire hondo y salga al mundo dispuesto a aceptar el día como venga, como si fuese el primero de su vida.
Viva el momento presente. El pasado se fue y el futuro aún no existe. El aquí y ahora es la única realidad.
La respiración tiene el poder de cambiar rápidamente su estado de ánimo. En situaciones de estrés, ansiedad, enojo, tristeza, calme su respiración y tenga en mente que todas las situaciones son pasajeras, que todo está en constante transformación.

Preste atención en todo lo que hiciere y mire las acciones y los comportamientos repetitivos como una nueva oportunidad de percibir la vida con más cuidado y amor.
Estos maravillosos pensamientos simples y sencillos están basados en la cultura y educación china, tienen un gran significado y practicarlos hará que cambie sus hábitos y mejore su calidad de vida que bien se lo merece.

Lima, 31 de octubre de 2008

http://es.youtube.com/watch?v=LFwSv-Icqb8