martes, 7 de julio de 2020

UCI: CATARSIS



No sé cómo empezar…

Han pasado varios años, ha corrido mucha agua bajo el río, he cambiado... Mejor dicho, mi vida ha cambiado, mis pensamientos, mi manera de ver la vida, mi forma de vida...

Sucede que resucité. Sí, resucité porque sentí que morí y me trajeron de vuelta a esta vida. No hubo túnel de luz, nadie me esperaba, no vi a ángeles ni a seres queridos, nada. Solo oscuridad, miedo, angustia y terror. Creo que llegué al infierno. Luego de 17 días de coma inducido desperté y me encontré con una vida completamente diferente a la que yo vivía.

Mi corazón no andaba bien desde el 2001 pero iba resistiendo aunque cada vez menos hasta que llegó el momento en que no pudo más. Había llegado la hora de la temida cirugía a corazón abierto para cambiar mi válvula aórtica, o la partida al más allá.

Escogí lo primero, por lógica elemental.

Desperté sin saber cuánto tiempo había pasado. Había entrado en ese coma inducido el 31 de julio de 2018 y desperté el 16 de agosto, un día antes del cumpleaños de mi hijo menor que sintió –según me contó tiempo después- que fue un regalo por sus 30 años.

Mi estancia en la clínica duró dos meses y medio. Salí de UCI un 3 de setiembre y me dieron el alta el 12 de ese mes.

Y bueno pues, desperté y me di cuenta de que no podía hablar, solo susurrar porque me habían intubado dos veces, la segunda intubación había sido de emergencia porque ya en recuperación mis órganos se paralizaron y mi corazón recién operado solo bombeaba sangre a mi cerebro. Quiero que conste que mi corazón respondió porque el cambio de válvula fue exitoso, sino no estaría escribiendo estas líneas; sin embargo, esa intubación me dañó las cuerdas vocales hasta hoy; he recuperado la voz en un 70 % pero no más. Hoy ya no me apeno por no poder cantar, que es lo que más extraño. Mis amigos me dicen que ahora tengo una voz sexy, me da mucha risa escuchar eso. Solo el hecho de estar viva, de que mi corazón, que todos mis órganos funcionen y que todo esté controlado me basta para saber que aún vivo y que mi misión en esta vida ha cambiado pero aún no ha terminado.

Como les dije, cuando estuve en coma no hubo túnel de luz ni nadie bueno o conocido que viniera a acompañarme. Fueron días de oscuridad, de caras terroríficas que venían hacia mí como en una pesadilla interminable. Mi consciencia estaba ahí, yo me sentía atada de pies y manos, quería gritar, moverme y no podía porque no sabía que estaba en coma; solo pensaba en que si eso era el infierno se habían equivocado conmigo porque nunca he sido santa pero malvada tampoco. No entendía nada, solo sufría y me ahogaba, le pedía a Dios que me llevara, quería que todo terminara hasta que decidí dejarme llevar por esa soledad aterradora y cerrar los ojos que no sabía que ya tenía cerrados, tratando de dormir para no sentir el intenso pánico que estaba experimentando.

Quizás en ese momento me desintubaron porque sentí paz y a los pocos días desperté. Vi a mi esposo sonriéndome, a mi cardiólogo haciendo un gesto con los brazos abiertos como si quisiera abrazarme, yo no comprendía nada. Recuerdo que pregunté qué día era. Mi esposo, Carlos, no me contestó, creo que no podía oírme, solo sonreía y me decía ‘ya estás aquí’.

Los días venideros en UCI fueron otra pesadilla porque ya despierta me di cuenta de que estaba tan hinchada que no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, todo me pesaba, todo me dolía, tenía escaras porque, al parecer, no me movieron lo suficiente para evitarlas, me sentía atrapada en un cuerpo que no era mío y en las noches no podía dormir porque los terrores del coma experimentado me perseguían. Al fin el médico se apiadó de mí y me dio un Clonazepam en las noches. Pude descansar hasta las 6:00 a.m. que era la hora en que la legión -así le llamaba yo a las enfermeras y técnicos- venía a despertarme, moverme, asearme y creo que les caí simpática porque me trataron con mucho cariño y lograban hacerme reír, sobre todo cuando me tocaban los tratamientos más dolorosos. Pocos lugares de mi cuerpo no tenían catéteres. Estaba llena de tubos.

Recuerdo a toda la legión con mucho cariño; entre tantos turnos estaba Francis, Elcira, Isabel, Marcia, Edwin y muchos otros que me cuidaron y acompañaron todo lo que pudieron, esperando y haciendo un alto en sus obligaciones ante mis ruegos para que no me dejaran sola hasta que llegara Carlos a las 8 de la mañana y cuando debía irse a las 8 de la noche. El hombre que me tocó por esposo es un verdadero santo, todo lo que pueda decir sobre él es poco, esto sería materia para otro post. Solo puedo decir que si algo me enseñó este terrible trance es que él me ama y yo lo amo mucho más que antes. Gracias Carlos por todo lo que hiciste por mí. Sin ti yo no estaría escribiendo estas líneas.

En UCI se permite la visita de una persona a la vez, enfundada previamente en el batón celeste reservado para las visitas. Era un ambiente helado -según decían- para que el lugar se mantenga aséptico y yo que vestía la típica bata de algodón abierta atrás, cubierta solo con una manta ligera, me congelaba. Le decía a mi neumólogo que esa temperatura era criminal y perfecta para adquirir una neumonía, él solo me decía que mi organismo estaba bombardeado de antibióticos y que nada me iba a pasar. Luego, me pusieron una colcha de peluche muy abrigadora, quise llevármela a casa al final, pero no era un suvenir.

Pasaron esos larguísimos días para mí, yo ya quería salir de UCI y que me llevaran a una habitación de la clínica porque ansiaba que me visiten, pero antes tenían que lograr moverme pues seguía con las piernas hinchadísimas. Fue otro vía crucis que la legión lograra que me siente en el sillón, al principio media hora, luego una hora –recuerden mis escaras- de lo contrario mi cardiólogo no permitiría que me trasladen a habitación. Cuando me sentaban me ahogaba, me faltaba el aire y como aún no podía mover las piernas, todo era difícil.

En UCI solo estaba permitido que me visite un familiar por poco tiempo pero tuve sorpresas lindas porque tres amigos de mi barrio de Miraflores se saltaron la regla y fueron a verme, los vi y me eché a llorar. Cuando ellos me lean sabrán que es cierto y que las lágrimas fueron de felicidad e impotencia también porque ni hablar ni abrazarlos podía, mis brazos no daban para tanto pero mi corazón estaba lleno de alegría. Gracias Papo, Matty y Julita, amigos por siempre.

No voy a contar más pormenores de mi estancia en UCI porque ya hablé de lo más resaltante y lo demás seguramente se lo podrán imaginar, fueron cosas de la rutina de estar internada en esa zona.

Hoy, en tiempo de pandemia viene -más que nunca- al caso contarles mi historia, para que se cuiden muchísimo porque si bien yo no he tenido Covid 19, sí he estado intubada, sí estuve en coma inducido y sí pasé por todo lo que pasan los afectados por ese virus y les digo que es algo espantoso, no se lo deseo ni a mi peor enemigo, que felizmente no tengo.

Quizás ustedes se pregunten por qué estoy recordando todo lo que padecí pero necesitaba hacer esta catarsis antes de volver a escribir eclécticamente en mi blog, como es mi costumbre. Estaba trabada emocionalmente y las musas habían pasado de mí, como dice Serrat.


*Quiero hacer una mención especial a la imagen que corona mi post. Es una trenza francesa que Elcira me hizo cuando estaba intubada y me tomó esa foto. Así era el cariño que me tenían ella y los demás miembros de la legión. Algunos de ellos podrán conocerlos en la foto de abajo cuando fui a visitarlos. Nunca los olvidaré.



Esta fue mi habitación en UCI.



14 comentarios:

Unknown dijo...

Cuánto te quiero y admiro, como lo indica tu nombre sos un SOL!!!!

Unknown dijo...

Impresionante tu relato Solcito. Todo quedó atrás, lo único que permanece es el amor que te tenemos quienes somos tus amigas. Y principalmente el amor de tu familia.
Purusi

Unknown dijo...

Abrazo enorme Solcito!Te quiero mucho.

Jesús M. Landart dijo...

Ufff, menuda experiencia.

Y yo, que creía que estar en coma inducido era como dejar de existir, plácidamente... ¡qué equivocado estaba!

En todo caso, qué bien que regresaste a la vida, Marisol.

Tu Tocayita dijo...

Se necesita mucha fortaleza para pasar por todo lo que relatas tan vívidamente. Eres verdaderamente admirable. Muchos preferirían pasar la página y olvidar, pero tú lo recuerdas todo y lo relatas, porque sabes que tu relato puede ayudar a muchas personas que pasan o pasarán situaciones delicadas. Y nos haces ser conscientes de lo complejo que resulta estar en UCI, de modo que así seremos también más cuidadosos frente al coronavirus. Dios te bendiga.

Ximena dijo...

Querida Mari, he tratado de mandarte un abrazo enorme y de expresarte mi alegría por.habernos encontrado a fines del año pasado; soy.burra y no se cómo publicar, apreto publicar y no graba :'(

JH dijo...

Gracias Mama por compartir con nosotros tu historia y gracias a Dios porque la puedes contar, no solo porque estas aca sino porque asi se desbloquea tu alma.
Ha sido momentos muy duros y efectivamente Carlos, tus hijos e inclusive Juanita fueron unos angeles en el proceso. TQM lo sabes y yo también!

Ximena dijo...

Una guerrera admirable

Bessie Aida Pino dijo...

Solcita querida: Había escuchado de tu estadía en el hospital pero no recuerdo haber presentido cuán terrible fue esa experiencia. Durísima, sin lugar a dudas. Mi Madre (tal vez recuerdes) fue operada al corazón en el 2006 y me desviví pidiendo oraciones. Pensábamos que había sido una tremenda cirgugía porque estuvo hospitalizada durante 6 semanas; solamente 3 después de la operación. Me alegra tanto saber que ya te has recuperado lo suficiente como para alegrarnos con tus escritos.

Mil gracias por contarnos tu dura experiencia, por compartirnos tus dolores y qué maravilloso haber tenido a tu esposo al pie del cañón, como se dice.

Un fuerte abrazo desde el norte del continente y lluvias de bendiciones!!!!

Unknown dijo...

Marisol querida eres un ser especial, eres una luchadora, te admiro mucho, gracias por compartir tu historia, aprendemos mucho de ella, un beso grande

Unknown dijo...

Mujer valiente!!! En todo sentido un eres un ejemplo a seguir! Fuerte, luchadora y muy bella ;) Te envío un abrazo cálido y todo mi cariño...

Unknown dijo...

Como siempre eres puro amor. Eres un Sol. Un abrazo.

Unknown dijo...

Admirable tu fortaleza prima Marisol O'Connor...para superar todo ese Infierno que pasaste y al final saliste airosa como toda una guerrera Celta...
Como te comente alguna vez, Yo tambien pase algo parecido ...eso me hace comprender, entender por lo que pasaste.
Gracias por compartir tu experiencia vivida y preocuparte porque otros no pasen lo mismo ya sea por los motivos que fuera...un abrazo.

Xenia Mora Rucabado dijo...

Querida Marisol: Estoy releyendo otra vez tu artículo tan humano y solidario; porque de esta manera tan vívida entramos a tu mundo y a su vez estás ayudando a superar los mismos traumas a alguien que haya pasado por algo similar.
Muchas gracias. Besos y abrazos gigantes!!